Where’s the center of the world? Signs tell us that it lies in the small village of El Amarillo, at the southern entrance of Pumalin Park. On the Carretera Austral just a few kilometers south of the volcano-impacted town of Chaiten, El Amarillo is becoming a hub for tourists to Pumalin—and a pleasant place to live for its 100 or so residents.
Eight years ago, the Conservation Land Trust launched a village beautification project in El Amarillo, spearheaded by young local architect Marcela Ojeda. At the time, the village consisted of a few dozen houses, almost all rundown. A few small markets sold basic goods, and a few houses had rooms for travelers to rent, but for the most part, tourists had to stop in Chaiten or further south on the Carretera Austral to find services. Although in a prime location—next to Pumalin, with phenomenal views of Volcan Michimahuida and the Tabiques Mountains—El Amarillo had not developed much of its ecotourism potential. Visitors would zoom past on the road, and many younger residents aimed to move away to find other opportunities.
Since 2005, the village beautification project has worked with many families to put their houses in order, with paint, repairs, yard work, and landscaping. The Pumalin project sponsors the initial fix-up of houses, with the owners agreeing to cover maintenance and repairs in the future. The team works with families on the design and schedule of the repairs, and asks for their participation when possible.
A bit of paint, carpentry and yard work can go a long way. Many of the seemingly unredeemable structures in town have been reborn as full-of-character homes with simple but well-planned facelifts. With help from volunteers from around the world, over a dozen houses in the village have been transformed.
Meanwhile, the team has designed and constructed a new supermarket and gas station in town, to put El Amarillo on the map of tourist services in the region.
Running a gas station never topped the list of projects for conservationists before, but given the distance to the next place to refill, the station offers an important service, and draw for the community.
The supermarket carries a different variety of goods from those offered in the preexisting markets: hardware, organic vegetables, woolen goods, books, and souvenirs, among other items.
The basic idea of the project, as Doug explains it, is to build house pride through simple fix-ups, painting, and landscaping. House pride extends to pride for community, as the whole village becomes more orderly and pleasant, and an appealing destination for visitors. As the foreground—houses, yards, and common spaces—grows more beautiful, locals and visitors alike can admire and savor the spectacular natural setting of the village, gaining respect for the wilderness that surrounds them.
Care for house and connection to community grow into responsibility to place and land. Without preaching ecological values, the village cleanup effort improves locals’ living conditions and economic opportunities while encouraging them to embrace the area’s remarkable natural surroundings.
¿Dónde está el centro del mundo? Hay señales que indican que está en un pequeño pueblo llamado El Amarillo, en la entrada sur del Parque Pumalín. En la Carretera Austral, a unos pocos kilómetros al sur de Chaitén, la ciudad que fue dañada por el volcán, El Amarillo se está convirtiendo en un centro turístico para entrar a Pumalín, y en lugar agradable para vivir para sus ciento y tantos residentes.
Hace ocho años atrás, The Conservation Land Trust comenzó un proyecto de embellecimiento del pueblo El Amarillo, liderado por la joven arquitecto local, Marcela Ojeda. En ese entonces, el pueblo consistía de unas pocas docenas de casas, casi todas llevadas a menos. Unos cuantos supermercados pequeños vendían productos básicos y pocas casas tenían piezas para arrendar a los turistas. En su gran mayoría, los turistas tenían que parar en Chaitén o más al sur en la Carretera Austral para encontrar servicios. A pesar de tener una excelente ubicación al lado de Pumalín, con vistas preciosas del Volcán Michinmahuida y el Cordón de los Tabiques, El Amarillo no había desarrollado mucho su potencial ecoturístico. Los turistas pasaban de largo en la carretera y muchos residentes jóvenes querían irse para buscar más oportunidades.
Desde 2005, el proyecto de embellecimiento del pueblo ha trabajado con muchas familias para poner sus casas en orden, pintarlas, repararlas, jardinear y construir el paisaje. El Proyecto Pumalín patrocina los arreglos iniciales de las casas, con el acuerdo de que los dueños cubran la mantención y reparaciones en el futuro. El equipo trabaja con las familias para hacer un diseño y acordar un horario para los arreglos, y les pide que participen siempre que sea posible.
Con un poco de pintura, carpintería y jardineo se puede llegar muy lejos. Muchas de las estructuras del pueblo que parecían no tener reparo han renacido como hogares llenos de carácter con tan sólo unos arreglos sencillos pero bien pensados. Con la ayuda de voluntarios de todas partes del mundo se han podido transformar más de una docena de casas de la localidad.
Mientras tanto, el equipo ha diseñado y construido un nuevo supermercado y estación de bencina para colocar El Amarillo en el mapa de servicios turísticos de la región.
Administrar una estación de bencina nunca ha sido algo importante en una lista de proyectos de conservación, pero dado que la bomba de bencina más cercana está muy lejos, esta estación entrega un servicio de gran importancia y ayuda a toda la comunidad.
El supermercado provee una variedad de productos distintos a los que se ofrecen en los supermercados que ya existen: herramientas, verduras orgánicas, productos de lana, libros y suvenires, entre otras cosas.
La idea principal del proyecto, según explica Doug, es crear un sentimiento de orgullo por el hogar haciendo arreglos, aplicando pintura y creando paisajismo con sencillez. El orgullo por el hogar se traspasa al orgullo por la comunidad, a medida que el pueblo entero se ve más ordenado y agradable, y se convierte en un destino atractivo para los turistas. Cuando el primer plano donde están las casas, los jardines y espacios comunes se ve más bonito, los residentes y las visitas pueden sentir admiración y disfrutar el espectacular escenario natural del lugar, sintiendo respeto por la vida silvestre que los rodea.
El cuidado por el hogar y la conexión con la comunidad cultivan la responsabilidad por el lugar y la tierra. Sin necesidad de predicar valores ecológicos, el trabajo de remodelación del pueblo mejora la calidad de vida y otorga más oportunidades económicas a los residentes, pero además les sirve de motivación para proteger la excepcional naturaleza de su entorno.